lunes, 31 de agosto de 2009

De vasos y colores

Hay ocasiones en las que una se levanta con el pie izquierdo, ve el vaso medio vacío, y sólo tiene que pedir que se lo llenen, así, poquito a poquito, para que vuelva a rebosar.

Porque todo es según el color del cristal con que se mire, quiero seguir mirando el mundo a través de tus ojos. Porque vaya si merece la pena...

lunes, 24 de agosto de 2009

LAS ENCINAS...

... y los robles, chopos, hayas y abedules, pinos y abetos, piñas y piñones, cuesta arriba y cuesta abajo, el murmullo de una fuente, el viento rozando tus mejillas, y tu ahí, siempre, sonriendo.


¡Encinares castellanos
en laderas y altozanos,
serrijones y colinas
llenos de oscura maleza,
encinas, pardas encinas
humildad y fortaleza!
Mientras que llenándoos va
el hacha de calvijares,
¿nadie cantaros sabrá,
encinares?
El roble es la guerra, el roble
dice el valor y el coraje,
rabia inmoble
en su torcido ramaje;
y es más rudo
que la encina, más nervudo,
más altivo y más señor.
El alto roble parece
que recalca y ennudece
su robustez como atleta
que, erguido, afinca en el suelo.
El pino es el mar y el cielo
y la montaña: el planeta.
La palmera es el desierto,
el sol y la lejanía:
la sed; una fuente fría
soñada en el campo yerto.
Las hayas son la leyenda.
Alguien, en las viejas hayas,
leía una historia horrenda
de crímenes y batallas.
¿Quién ha visto sin temblar
un hayedo en un pinar?
Los chopos son la ribera,
liras de la primavera,
cerca del agua que fluye,
pasa y huye,
viva o lenta,
que se emboca turbulenta
o en remanso se dilata.
En su eterno escalofrío
copian del agua del río
las vivas ondas de plata.
De los parques las olmedas
son las buenas arboledas
que nos han visto jugar,
cuando eran nuestros cabellos
rubios y, con nieve en ellos,
nos han de ver meditar.
Tiene el manzano el olor
de su poma,
el eucalipto el aroma
de sus hojas, de su flor
el naranjo la fragancia;
y es del huerto
la elegancia
el ciprés oscuro y yerto.
¿Qué tienes tú, negra encina
campesina,
con tus ramas sin color
en el campo sin verdor;
con tu tronco ceniciento
sin esbeltez ni altiveza,
con tu vigor sin tormento,
y tu humildad que es firmeza?
En tu copa ancha y redonda
nada brilla,
ni tu verdioscura fronda
ni tu flor verdiamarilla.
Nada es lindo ni arrogante
en tu porte, ni guerrero,
nada fiero
que aderece tu talante.
Brotas derecha o torcida
con esa humildad que cede
sólo a la ley de la vida,
que es vivir como se puede.
El campo mismo se hizo
árbol en ti, parda encina.
Ya bajo el sol que calcina,
ya contra el hielo invernizo,
el bochorno y la borrasca,
el agosto y el enero,
los copos de la nevasca,
los hilos del aguacero,
siempre firme, siempre igual,
impasible, casta y buena,
¡oh tú, robusta y serena,
eterna encina rural
de los negros encinares
de la raya aragonesa
y las crestas militares
de la tierra pamplonesa;
encinas de Extremadura,
de Castilla, que hizo a España,
encinas de la llanura,
del cerro y de la montaña;
encinas del alto llano
que el joven Duero rodea,
y del Tajo que serpea
por el suelo toledano;
encinas de junto al mar
—en Santander—, encinar
que pones tu nota arisca,
como un castellano ceño,
en Córdoba la morisca,
y tú, encinar madrileño,
bajo Guadarrama frío,
tan hermoso, tan sombrío,
con tu adustez castellana
corrigiendo
la vanidad y el atuendo
y la hetiquez cortesana!...
Ya sé, encinas
campesinas,
que os pintaron, con lebreles
elegantes y corceles,
los más egregios pinceles,
y os cantaron los poetas
augustales,
que os asordan escopetas
de cazadores reales;
mas sois el campo y el lar
y la sombra tutelar
de los buenos aldeanos
que visten parda estameña,
y que cortan vuestra leña
con sus manos.

Las Encinas
de Antonio Machado

lunes, 18 de mayo de 2009

"Usted madura y busca / las señas del presente / los ritos del pasado / y hasta el futuro en ciernes / quizá se ha vuelto sabio / irremediablemente / y cuando nada falta / entonces usted muere".

lunes, 9 de marzo de 2009

Granada, el Regreso

Dicen que segundas partes nunca fueron buenas, y sin embargo beso y rebeso la secuela de Granada, yo volando por los aires y tú asido a mis caderas, sueño de té y naranjos, crisol de culturas y colores, el rojo nazarí y el blanco de sus balcones. Dicen que segundas partes nunca fueron buenas, y, valientes, nos atrevimos a desandar lo andado para acompañarlo de otra música, de otras palabras, cambiando el “Tiempo de habitaciones separadas” de Montero por “La luna asoma” de Lorca, y, ya ves, amor, esta vez si alargaba la mano sí llegaba a tocarte, la Alhambra a oscuras y tus ojos repletos de luz, Granada nos devuelve lo que no pudo darnos entonces, agradecida de volver a refugiarnos en sus calles empedradas y cielos amplios.

Cierra los ojos y escucha el murmullo del Darro entrando por la ventana, huele el aroma a incienso y musgo de la orilla, siente cómo protesta el río porque le están robando el agua…



domingo, 8 de febrero de 2009

Granada (bis)

Granada me coge de la mano y me enseña sus rincones...

Recién llegada, con resaca de Alhambra, de callejuelas empedradas, de cerveza fresca, de fachadas blancas y aroma a incienso...


Os cuentos en los próximos días...






Hoy me apropio palabras ajenas que hoy también son mías. Dos años después, volvemos al mismo escenario. Las cosas han cambiado y vamos a escribir otro capítulo más, previsiblemente muy diferente.

Os contamos en los próximos días...


lunes, 10 de noviembre de 2008

jueves, 23 de octubre de 2008

Hielo negro

Vuelven, y cómo vuelven... como siempre y como nunca... más de lo mismo, que es apuesta segura, sabiendo que gustan y que no necesitan reinventarse, sabiendo que, repitiendo su fórmula, agotan entradas en unas horas...

A veces no es necesario innovar.